El valor de la caza juvenil

Algunos temen que la Generación Z se críe más con sus teléfonos que con sus padres, y que su estilo de vida, dominado por las redes sociales, pueda generarles inseguridad, ansiedad y depresión, una tendencia fácilmente observable en los jóvenes de hoy. Sin embargo, quienes se inician en la caza juvenil tienen más probabilidades de crecer con los valores que aprendieron al conectar con sus padres en la naturaleza.

El pecado capital de la pereza está omnipresente en la sociedad estadounidense, en todas las edades. En niños y adolescentes, sus efectos son mucho más pronunciados. Como personas que no necesitan trabajo, los niños se conforman con sentarse frente a sus consolas de videojuegos y relajarse.

La caza, sin embargo, es un ejercicio tanto para la mente como para el cuerpo. La "caza juvenil" era un rito de paso para nuestros antepasados. Los cazadores masái, hasta el día de hoy, solo se consideran hombres de verdad cuando son capaces de matar a un león con una lanza, y en la antigua Grecia, los jóvenes realizaban expediciones de caza de dos meses, lo cual se consideraba un rito de paso a la edad adulta para todos los hombres de la aristocracia.

La sociedad estadounidense moderna no tiene ritos de adultez propiamente dichos, pero para un niño criado con carne de venado y de caza, es cuando es él quien lleva la carne del campo a la mesa. Un buen cazador debe saber despiezar sus presas tanto como desarmar sus rifles. Si esta habilidad se adquiere en la juventud y se perfecciona a medida que la persona se hace adulta, podría ser una alternativa viable, incluso más saludable, a comprar carne para la familia en el supermercado.

Además, si se produce una catástrofe y Estados Unidos sufre un colapso social, alguien que haya cazado desde niño es sin duda un miembro valioso. Esta persona no solo sería un tirador experto, sino que también estaría familiarizado con la naturaleza y, dependiendo de su nivel de cazador, podría rastrear, desollar y preparar presas.

La caza juvenil también enseña los valores de la paciencia y el respeto desde pequeños. A algunos niños les cuesta estar lejos de sus teléfonos durante más de quince minutos, pero si les permites simplemente sentarse y absorber la belleza de la naturaleza que los rodea, algunos podrían pensar que sería genial tomarse un respiro de tanta estimulación mental.

Ponerle un rifle a una niña puede ayudarla a desarrollar una fortaleza que muchos niños de ciudad ni siquiera poseen. Los niños de ambos sexos también podrán experimentar un vínculo con sus padres con la emoción que solo una cacería puede ofrecer.

Las armas, especialmente las de fuego, son parte de la caza. La mayoría de los jóvenes empiezan a cazar con el leve disparo del suave .22LR, que da paso a calibres mayores más adelante. Desde pequeños, a los jóvenes cazadores se les enseña a manejar armas de fuego con seguridad y a respetarlas. Esto les abre las puertas al uso de armas para la defensa personal, lo que a su vez podría fomentar el valor de la valentía personal, algo que tanto falta en la generación actual.

Cuando un niño cambia de un rifle .22LR a un rifle para niños grandes, tan grande como un Winchester .270, puede que sea demasiado fuerte para él. Sin embargo, con un trípode Kopfjager y una empuñadura de segador, los niños no tendrán problemas para disparar calibres de hasta .308 para abatir presas tan grandes como un alce.

Las empuñaduras y trípodes Kopfjäger ayudan a absorber el retroceso incluso en los calibres más altos, haciendo que disparar sea más fácil y divertido incluso para los niños pequeños. Con un sistema Kopfjäger, un joven cazador puede centrarse en los aspectos fundamentales, como el agarre correcto, la respiración, la posición de las mejillas y el control del gatillo, sin tener que preocuparse por el retroceso, lo que garantiza una experiencia de caza divertida y segura que, con suerte, quedará grabada en la memoria para siempre.