Sí, la caza en puestos es caza real
Feb 26, 2024
Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha cazado, y a pesar de su diversidad, las prácticas de caza han variado enormemente entre regiones y culturas, reflejando una fascinante variedad de enfoques. El rastreador sudafricano, con el rostro curtido oculto bajo un sombrero de ala ancha, se abre paso entre la hierba alta del bosveld, con la mirada penetrante buscando movimiento cerca de un abrevadero, y el rifle bien sujeto con palos de tiro. En marcado contraste, el cazador de jabalíes japonés, adhiriéndose a las estrictas leyes de armas de su país, confía en trampas hábilmente colocadas en lugar del disparo de un arma de fuego. En la vasta naturaleza rusa, los cazadores acordonan las zonas con banderas de colores, una invitación silenciosa a que los lobos que se esconden en su interior se revelen. Los cazadores estadounidenses, por su parte, podrían optar por la comodidad y el escondite de un escondite de caza bien ubicado, y su paciencia se verá recompensada con un ciervo trofeo.
Esa misma comodidad y ocultación son el centro de un debate que dura décadas entre los cazadores estadounidenses. Los puristas, aferrados a una imagen romántica del pasado, argumentan que la verdadera caza reside únicamente en el método de "observar y acechar". Imaginan una competencia primigenia de ingenio y habilidad entre depredador y presa, donde el cazador se ayuda únicamente de los sonidos y las señales del animal mientras lo rastrea por su refugio, mientras intenta ser tan silencioso como un fantasma. Esto, afirman, es un "combate justo" entre cazador y presa, una verdadera competencia entre el hombre y la naturaleza, donde los elementos y los instintos del animal se convierten en los determinantes finales del éxito del cazador. Se burlan del uso de escondites y comederos, tachándolos de atajos perezosos y cobardes que despojan a la caza de su esencia.
Sin embargo, esta visión idealizada olvida convenientemente que incluso el cazador más "puro" utiliza ventajas distintivas creadas por el hombre. El camuflaje que rompe la forma del cazador contra la naturaleza, los bloqueadores de olor que enmascaran el olor humano y la mera presencia de armas de fuego son ventajas distintivas que ningún cazador renunciaría voluntariamente. Incluso el pasado pinta un panorama diferente. Perros domésticos, compañeros leales que acorralaban presas peligrosas y la invención del propulsor, una herramienta que multiplicaba la potencia de lanzamiento: todos estos fueron avances tecnológicos que inclinaron la balanza a favor del cazador hace mucho tiempo.
En definitiva, debemos preguntarnos: ¿qué motiva la caza? Algunos, que viven en zonas remotas y agrestes, lejos de cualquier supermercado, cazan por necesidad para alimentarse a sí mismos o a sus familias. Otros se dedican al control de la población, gestionando la fauna silvestre que amenaza sus tierras y su sustento. Otros buscan consuelo en la quietud de la naturaleza, con la emoción del disparo como recompensa secundaria. Para estos individuos, sus métodos suelen coincidir con sus motivos. La comodidad, la eficiencia y la practicidad a menudo superan la crudeza de perseguir a un animal y asestar el golpe final tras horas de rastreo. Para quienes buscan un mayor desafío y no se conforman con quedarse de brazos cruzados, el avistamiento y el acecho son igualmente viables, pero eso no significa que puedan ir por ahí criticando a quienes no les gusta su método de caza preferido.
Por eso existen productos como el Kopfjäger Ambush . Fabricado en aluminio de grado aeronáutico, el Ambush se creó para que los cazadores pudieran apoyar sus rifles en los bordes de sus escondites sin usar las manos. En una cacería de guardia, un animal podía tardar horas en acercarse, y tener un Ambush asegurado en un escondite apuntando el rifle hacia el objetivo ayuda a estabilizarlo y a mitigar los efectos de la fiebre del ciervo. Para algunos cazadores, simplemente es más relajante y divertido aprovechar todas las ventajas disponibles.
Así como ningún cazador en su sano juicio abogaría por la "caza de persistencia", donde los primeros humanos perseguían a sus presas kilómetros hasta que el agotamiento las reivindicaba, juzgar los métodos únicamente por su "pureza" resulta improductivo. Si bien algunos métodos priorizan la eficiencia o el disfrute sobre el mero desafío, cada uno desempeña un papel en el panorama general de la caza, ya sea considerada un pasatiempo, un deporte o parte de la vida. Al fin y al cabo, para la mayoría de quienes viven en sociedades sedentarias, la caza se centra en una sola cosa: la emoción de la caza y la satisfacción de la recompensa, independientemente del camino elegido. Debemos celebrar las diversas expresiones de esta práctica ancestral, reconociendo su contexto histórico, sus matices culturales y, en definitiva, la experiencia humana compartida que representa.